Por Arturo Maldonado M.
Al respirar, me veo a mi mismo como el agua quieta.
Al exhalar, reflexiono las cosas como son.
Tich Nhat Hanh
(Maestro y monje budista zen, vietnamita, activista pacifista,
nominado al Premio Noble del Paz en 1967,
propuesto por Martin Luther King Jr.
Por razones políticas ese año no se otorgó este premio) .
Como seres vivos, tenemos algunos actos inconscientes, uno de ellos es el respirar. Acción que nos acompaña toda nuestra vida material, lo primero que hacemos al salir del útero materno es respirar y lo último que hacemos al “morir” es exhalar nuestra última inspiración.
Esta acción es un milagro, que por ser tan natural casi nunca pensamos en ella, simplemente lo hacemos.
Y así como respiramos materialmente, respiramos espiritualmente, el cual es un proceso consciente de exhalar lo negativo e inhalar lo positivo de nuestras emociones y sentimientos, es en sí un acto de depuración.
Esto es simplemente un ejercicio de fe, que nos capacita para experimentar el amor y la confianza en el Dios Padre-Madre Creadores, pero sobre todo, la fe en nosotros mismo para tener una autoestima alta que nos permitirá vivir mejor.
Casi nadie piensa y atiende el concepto de respiración espiritual, ya que la vida cotidiana tan agitada que llevamos no deja tiempo para analizar y revisar cada uno de nuestros actos conscientes, y menos tiempo hay para los inconscientes, solo reparamos en ellos cuando tenemos que enfrentar la responsabilidad de los resultados de las acciones ejecutadas, vamos de una experiencia o acto a otro, en ocasiones sin control de nuestra vida, rumiando nuestras frustraciones, fracasos o tropiezos, sin ver los frutos del trabajo realizado, llevándonos a situaciones de depresión por falta de reconocimiento de nosotros mismos, de valorar nuestros esfuerzos diarios por ser mejores en nuestras actividades cotidianas y en nuestro crecimiento espiritual.
Todos, conscientes e inconscientes somos parte de la Fuente Divina, por tanto el Espíritu Santo (llamemos de esta manera a esa parte de Divinidad que radica en cada uno de nosotros y que se manifiesta en la forma de la sabiduría interna, en la observación del mundo con belleza, amor y bondad y que con su fuerza y poder guía de manera instintiva nuestras acciones) nos llena. ¿Entonces, por qué no hacer consciente esa parte con cada respiración material que realizamos?
La respiración física nos proporciona un constante suministro de oxígeno, lo cual es necesario para la transformación de los alimentos y así producir la energía que requerimos para vivir. También libera el bióxido de carbono, un gas que es tóxico y letal de nuestro cuerpo (en este acto podemos observar la dualidad existente en todos nosotros).
La respiración espiritual es como la respiración física en que al exhalar evaluamos nuestros actos ejecutados sin conciencia, llevándonos a lastimarnos y lastimar a los que nos rodean, al inhalar y hacer conciencia, para pedir al Espíritu Santo que nos guíe e ilumine y nos dé el poder para evitar repetir esos actos inconscientes.
Por lo general, no pensamos en nuestra respiración física. Pero la respiración espiritual es algo que requiere al principio una acción consciente e intencionada, una disposición a exhalar la inconsciencia de nuestros actos e inhalar o confiar en que Dios-Universo, nos llene de su Espíritu Santo.
Una forma de medir nuestra madurez emocional es el tiempo que hay entre nuestros actos inconscientes o “errores” con el momento en que nos percatamos de ellos y tratamos de corregirlos.
No hay que esperar para exhalar errores, si mantenemos contacto continuo con nuestra divinidad, podremos ejecutar todos nuestros actos de mejor forma, sin esperar a tener que corregir las consecuencias de ellos.
Suele suceder que si no me percato o reconozco mis desaciertos, los resultados adversos a lo nos enfrentaremos van a deprimirnos y eso nos consume y enferma.
La respiración espiritual nos ayuda a mantenernos cerca de una realidad en la que nuestra parte divina siempre estará presente, es tratar de estar en armonía con ella a cada momento.
Inhalar espiritualmente es recibir a plenitud el Espíritu Santo, por la fe que tenemos en la Divinidad, para que podamos vivir con amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, templanza y equilibrio, es decir vivir mejor.
Practicar la respiración espiritual, es la decisión continua y consciente de vivir y caminar con el poder interno de cada uno de nosotros, es permitir a nuestra Divinidad que impregne cada aspecto de nuestra vida y esto no significa vivir ascéticamente o santurronamente, sólo se trata de ser un humano, más pensante, más consciente, más amoroso y luminoso, pero sobre todo más responsable de cada uno de nuestros actos.
Aunque la respiración espiritual es un ejercicio totalmente consciente, cuanto más lo hacemos, más natural y fácilmente nos resultara y así nuestra vida será más equilibrada y fructífera.
Recordemos que todo tiene una caducidad, solo el Poder del Universo es imperecedero y que si tomamos conciencia de nuestro breve paso por esta hermosa Madre Gaia, trataremos de vivir mejor, respirar mejor, no solamente físicamente sino espiritualmente, para así poder regresar a Casa de una forma más grata y satisfactoria para cada uno de nosotros.
[email protected]