Por: Verónica Aceves Peredo
“….las acciones del amor no consisten en tomar, sino en dar”.
Ramtha: “El Misterio del Amor”.
La vocación de servicio, tiene que ver con el alma, muchos piensan que no se puede adquirir, por ser una cualidad innata, pero yo difiero de esta creencia, ya que si la vocación radica en el alma, esta virtud le pertenece a todo ser humano, la practique o se encuentre dormida en lo más profundo de su alma.
Así que mi interés principal no es discutir quien la posee y quien no, sino encontrar alguna manera de despertarla de su letargo, en aquellos hermanos que lo han reprimido en su interior.
Podemos iniciar con el máximo y único secreto para despertar en nosotros la vocación, y es el amor.
El amor es la materia prima o Prima Materia como la llamaban los alquimistas, para trasmutar, en este caso: la indiferencia, la apatía, el egoísmo, en vocación de dar o lo que es lo mismo de servir.
Pero antes de poder trasmutar es necesario considerar que todos somos iguales, que no hay diferencias entre nosotros, que nadie merece menos, que tampoco unos son más importantes; todos somos la misma creación, en diferente estados de consciencia de su propia divinidad y grandeza.
Partiendo de este conocimiento caemos en la cuenta que todos podemos dar y al dar estamos uniéndonos a nuestra divinidad, ya que Dios simplemente Da.
Dios es el servidor por excelencia, da sin condiciones y sin medida.
La vocación de servicio por tanto no es algo que tengamos que aprender en el exterior, sino encontrar en nuestro interior y dar.
No hay que olvidar que la respuesta del amor es siempre la que la persona necesita, porque el amor universal es clarividente y comprensivo, siempre está de parte del otro, cuánto más amas más puedes hacer por los demás, porque te vuelves sensible y receptivo a todo y a todos. Te vuelves capaz de ponerte en el lugar del otro y sentir lo que éste siente.
Así que para despertar tu vocación de servicio, tienes que dejar a un lado tu ego, tus juicios y prejuicios, abrir tu corazón para que de él salga el amor que posees, sin esperar nada, sin buscar reconocimiento, sin sentirse diferentes o especiales (ego), sino solamente por el gusto de “darte” a los demás.
Dice el Dr. David R. Hawkins, en su libro Dejar Ir, El Camino a la liberación: que “cuando nuestra conciencia crece, vemos que ese servicio, amorosamente orientado a los demás, conlleva la automática satisfacción de nuestras necesidades. Agrega el Dr. Hawkins: que esto no significa sacrificio, el servicio no es sacrificio. Y yo opino que en todo caso sería un sacro-oficio.
Es importante aclarar que la vocación de servicio y el acto de dar, no están en función de un estado de necesidad, sino que nace de un estado de amor.
Esto significa por ejemplo, que yo voy a visitar a un enfermo, no porque ese hermano se encuentra en un estado de necesidad (enfermedad), sino que voy a visitarlo porque mi estado es amor y desde el amor puedo dar, sin restricciones, sin egoísmo, sin otro interés que abrirle mi corazón. Y esto es vocación de servicio, al igual que dar una sonrisa que sale del alma, recoger una basura que no es nuestra por amor al planeta, conducir con amabilidad y cuidado porque nos amamos y amamos a los que nos rodean, orar por amor al mundo y no porque creemos que el mundo lo necesita. Cuidar de la naturaleza, respetar y amar a los animales, atender bien a la gente porque es mi semejante y mi hermano, saber perdonar las equivocaciones, escuchar a quien lo necesita, etc. En definitiva, la vocación de servicio, es lo mismo que la vocación de dar, que es igual a vocación de amar.
El servicio nos permite poner en práctica lo que enseño Jesús, que dijo: “nadie tiene mayor amor que él que dá su vida por sus amigos (entendiéndose darse a sí mismo y por amigos todos aquellos que nos rodean)” (Jn. 15-13).
Resumiendo, la vocación de servicio existe latente en todo ser humano, y es posible llevarla a la práctica a través de dar, desde el amor.
La conciencia de que todos somos hijos de Dios, de que tenemos su Esencia y el liberarnos del ego, viendo en el otro el rostro de Jesús y seguir sus pasos, nos abrirá el camino al servicio de nuestros hermanos, y sin que lo busquemos, ni esperemos el retorno de nuestro servicio nos dará felicidad.
Recomendación: cada día antes de abrir tus ojos, agradece por todo y declárate al servicio de Dios, él se encargara de darte las herramientas y mostrarte el camino por donde tu vocación de servicio dará sus mejores frutos “Y por sus frutos los reconoceréis…”