Ser responsable, implica asumir; lo que a su vez significa aceptar una obligación o tomar conciencia de algo, para hacerse cargo de su consecuencia.
Martín Lutero, decía: “Usted no es solamente responsable de lo que dice, sino también de lo que no dice”.
Yo agregaría, usted es responsable de sus pensamientos, lo mismo que de sus palabras, al igual de sus acciones y de sus omisiones y por lo tanto de las consecuencias de todas estas.
El hombre es responsable de sí mismo y de todo lo que significa ser hombre.
Por ello el tema que nos ocupa es complejo, ya que conlleva implícito: valor, autoestima, conciencia, madurez, libertad, independencia, humildad, sensibilidad, empatía, etc.
Quien es responsable, sabe que sus acciones por ley universal tendrán una consecuencia y está dispuesto a afrontarlas, mientras que la persona que no asume responsabilidades considera que es víctima de los demás y de su mala suerte, del azahar, las circunstancias o de la buena o mala voluntad de los demás, y para agravar aún más la situación se siente víctima de Un Ser Supremo, llámele como le llame, que según Su “estado anímico”, su buen o mal humor, actúa sobre él.
El que se siente víctima, vive como si no hubiera relación alguna entre los eventos de la vida, considera que las cosas no están vinculadas y son eventos independientes unos de los otros. Considera que lo bueno o lo malo llega así, simplemente y que él no tiene ninguna participación en lo que le ocurre.
Mientras que el responsable, está vinculado e integrado a su mundo, está consciente de que él es parte del todo y que en ese todo, él tiene una parte que solo él puede ocupar, de tal manera que si se mueve dentro del gran tapiz cósmico, que todos formamos, este movimiento afecta a todo el conjunto y además trae como resultado otro movimiento pero en sentido inverso (bumerán).
Pongamos como ejemplo una balanza. En una balanza que se encuentra equilibrada, si ponemos o quitamos peso, instantáneamente se da un cambio en el nivel. Es decir, a esta acción corresponde una reacción, si nosotros ponemos de más o de menos en una situación, relación, esfuerzo, etc. La reacción va a ser un desequilibrio de “nuestra balanza” por ejemplo: si yo no permito que alguien en el trabajo o en el hogar realice su parte y yo tomo responsabilidades que no me pertenecen, impediré que alguien, haga el trabajo que le toca, y por tanto no tomará la responsabilidad que le corresponde; consecuentemente podría surgir en el resultado, un problema, ante el cual las dos posiciones a tomar podrían ser. 1) Asumir que yo hice o deje de hacer algo o 2) culpar a otro de lo ocurrido y negar mi responsabilidad y participación en el evento. En el caso de asumir, me estoy responsabilizando y veo en conjunto y me siento relacionado el problema surgido, en el segundo caso me victimizo y culpo a alguien de lo ocurrido y me percibo como ajeno o desvinculado a lo que sucedió.
No siempre el tiempo es corto o breve entre la acción y su consecuencia, y por lo tanto evidente, algunas veces pasan años y la gente suele olvidar su participación y se presentan y viven como víctimas de la mala fortuna.
Pero el universo nada olvida y la ley de causa y efecto es inmutable.
Olvidamos, por ejemplo, que alguna vez pudimos habernos aprovechamos de una posición de autoridad en forma negativa y fuimos injustos, autoritarios o déspotas. Más adelante en la vida podemos estar jerárquicamente bajo las ordenes de un jefe, que consideramos abusivo, injusto, y déspota, y pensamos que la buena suerte nos ha volteado la cara o más frecuentemente que Dios, gusta de ponernos a prueba, y hasta “disfruta” complicándonos la existencia. Cuando nosotros y solamente nosotros mismos hemos sembrado lo que cosechamos en ese momento, aunque las circunstancias no sean idénticas pero el trasfondo sea el mismo.
En párrafos anteriores, decía que en el tema están involucrados varios aspectos como: valor.
Pues bien se necesita valor para reconocer ante nosotros y ante los demás que nos hemos equivocado, valor en el sentido de valentía moral, que implica ser una persona confiable, firme en sus virtudes, para hacer lo correcto.
Autoestima, ya que una persona que posee una alta autoestima se muestra responsable de su vida y asume un rol activo ante las circunstancias adversas, buscando solucionarlas y no esperando que alguien le arregle sus problemas.
Consciencia, implica conocerme a mí mismo y poner atención en mi entorno, de tal manera que mis emociones y mi punto de vista personal no deforme la realidad y pueda ser objetivo en mis apreciaciones.
Para La madurez, son necesarios las virtudes y los buenos hábitos. Osho, dice en su libro “La Madurez, La Responsabilidad de ser uno mismo”, que “…..la madurez es volver a nacer, es un nacimiento espiritual. Vuelves a nacer, vuelves a ser un niño. Empiezas a ver la existencia con nuevos ojos. Te diriges a la vida con amor en el corazón. Vas hasta el fondo de tu ser con silencio e inocencia, ya no eres sólo la cabeza. Usas la cabeza pero ahora es tu sierva. Primero vas al corazón, y después trasciendes incluso el corazón….”
Libertad, si vivimos como esclavos de nuestras emociones, ideas, paradigmas, creencias, hábitos, miedos no podemos ser responsables, no podremos asumir nuestra propio actuar porque éste está determinado por todos y todo, menos por nosotros mismos. Y Aquí se une la independencia, ya que sin independencia no es posible comprender el concepto de responsabilidad.
Humildad, se requiere mucha humildad para poder reconocer nuestros errores. Para A.A. la humildad y responsabilidad son “Dos Normas Magnificas”…”reconocer y respetar los puntos de vista, los logros y las prerrogativas de otros, así como aceptar estar equivocado, me enseña el camino de la humildad…”
Finalmente, con respecto a sensibilidad y empatía, si yo puedo ser comprensivo y capaz de ponerme en lugar del otro, actuaremos con responsabilidad y justicia bajo el principio de no hagas a otros lo que no desea para ti y más aún, lo que haces a otros te lo haces a ti mismo!.
Martín Lutero, decía: “Usted no es solamente responsable de lo que dice, sino también de lo que no dice”.
Yo agregaría, usted es responsable de sus pensamientos, lo mismo que de sus palabras, al igual de sus acciones y de sus omisiones y por lo tanto de las consecuencias de todas estas.
El hombre es responsable de sí mismo y de todo lo que significa ser hombre.
Por ello el tema que nos ocupa es complejo, ya que conlleva implícito: valor, autoestima, conciencia, madurez, libertad, independencia, humildad, sensibilidad, empatía, etc.
Quien es responsable, sabe que sus acciones por ley universal tendrán una consecuencia y está dispuesto a afrontarlas, mientras que la persona que no asume responsabilidades considera que es víctima de los demás y de su mala suerte, del azahar, las circunstancias o de la buena o mala voluntad de los demás, y para agravar aún más la situación se siente víctima de Un Ser Supremo, llámele como le llame, que según Su “estado anímico”, su buen o mal humor, actúa sobre él.
El que se siente víctima, vive como si no hubiera relación alguna entre los eventos de la vida, considera que las cosas no están vinculadas y son eventos independientes unos de los otros. Considera que lo bueno o lo malo llega así, simplemente y que él no tiene ninguna participación en lo que le ocurre.
Mientras que el responsable, está vinculado e integrado a su mundo, está consciente de que él es parte del todo y que en ese todo, él tiene una parte que solo él puede ocupar, de tal manera que si se mueve dentro del gran tapiz cósmico, que todos formamos, este movimiento afecta a todo el conjunto y además trae como resultado otro movimiento pero en sentido inverso (bumerán).
Pongamos como ejemplo una balanza. En una balanza que se encuentra equilibrada, si ponemos o quitamos peso, instantáneamente se da un cambio en el nivel. Es decir, a esta acción corresponde una reacción, si nosotros ponemos de más o de menos en una situación, relación, esfuerzo, etc. La reacción va a ser un desequilibrio de “nuestra balanza” por ejemplo: si yo no permito que alguien en el trabajo o en el hogar realice su parte y yo tomo responsabilidades que no me pertenecen, impediré que alguien, haga el trabajo que le toca, y por tanto no tomará la responsabilidad que le corresponde; consecuentemente podría surgir en el resultado, un problema, ante el cual las dos posiciones a tomar podrían ser. 1) Asumir que yo hice o deje de hacer algo o 2) culpar a otro de lo ocurrido y negar mi responsabilidad y participación en el evento. En el caso de asumir, me estoy responsabilizando y veo en conjunto y me siento relacionado el problema surgido, en el segundo caso me victimizo y culpo a alguien de lo ocurrido y me percibo como ajeno o desvinculado a lo que sucedió.
No siempre el tiempo es corto o breve entre la acción y su consecuencia, y por lo tanto evidente, algunas veces pasan años y la gente suele olvidar su participación y se presentan y viven como víctimas de la mala fortuna.
Pero el universo nada olvida y la ley de causa y efecto es inmutable.
Olvidamos, por ejemplo, que alguna vez pudimos habernos aprovechamos de una posición de autoridad en forma negativa y fuimos injustos, autoritarios o déspotas. Más adelante en la vida podemos estar jerárquicamente bajo las ordenes de un jefe, que consideramos abusivo, injusto, y déspota, y pensamos que la buena suerte nos ha volteado la cara o más frecuentemente que Dios, gusta de ponernos a prueba, y hasta “disfruta” complicándonos la existencia. Cuando nosotros y solamente nosotros mismos hemos sembrado lo que cosechamos en ese momento, aunque las circunstancias no sean idénticas pero el trasfondo sea el mismo.
En párrafos anteriores, decía que en el tema están involucrados varios aspectos como: valor.
Pues bien se necesita valor para reconocer ante nosotros y ante los demás que nos hemos equivocado, valor en el sentido de valentía moral, que implica ser una persona confiable, firme en sus virtudes, para hacer lo correcto.
Autoestima, ya que una persona que posee una alta autoestima se muestra responsable de su vida y asume un rol activo ante las circunstancias adversas, buscando solucionarlas y no esperando que alguien le arregle sus problemas.
Consciencia, implica conocerme a mí mismo y poner atención en mi entorno, de tal manera que mis emociones y mi punto de vista personal no deforme la realidad y pueda ser objetivo en mis apreciaciones.
Para La madurez, son necesarios las virtudes y los buenos hábitos. Osho, dice en su libro “La Madurez, La Responsabilidad de ser uno mismo”, que “…..la madurez es volver a nacer, es un nacimiento espiritual. Vuelves a nacer, vuelves a ser un niño. Empiezas a ver la existencia con nuevos ojos. Te diriges a la vida con amor en el corazón. Vas hasta el fondo de tu ser con silencio e inocencia, ya no eres sólo la cabeza. Usas la cabeza pero ahora es tu sierva. Primero vas al corazón, y después trasciendes incluso el corazón….”
Libertad, si vivimos como esclavos de nuestras emociones, ideas, paradigmas, creencias, hábitos, miedos no podemos ser responsables, no podremos asumir nuestra propio actuar porque éste está determinado por todos y todo, menos por nosotros mismos. Y Aquí se une la independencia, ya que sin independencia no es posible comprender el concepto de responsabilidad.
Humildad, se requiere mucha humildad para poder reconocer nuestros errores. Para A.A. la humildad y responsabilidad son “Dos Normas Magnificas”…”reconocer y respetar los puntos de vista, los logros y las prerrogativas de otros, así como aceptar estar equivocado, me enseña el camino de la humildad…”
Finalmente, con respecto a sensibilidad y empatía, si yo puedo ser comprensivo y capaz de ponerme en lugar del otro, actuaremos con responsabilidad y justicia bajo el principio de no hagas a otros lo que no desea para ti y más aún, lo que haces a otros te lo haces a ti mismo!.
Dra. Verónica Aceves Peredo Psicografologa terapeuta |