Por: Verónica Aceves Peredo
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;…” (Juan 14:9).
Sea que estudiemos la Biblia, o cualquier otro libro sagrado o de espiritualidad; en cualquier religión o corriente que explore la dimensión espiritual, encontraremos la invitación de un Padre amoroso que nos exhorta a vivir en unidad con El, con nuestro Padre-Madre creador, cuya principal característica es un amor que todo lo abarca.
Ya que todo lo abarca, mediante un proceso de extensión de Sí mismo, nos creó a nosotros sus hijos.
Por lo que Dios y nosotros no podemos estar separados, somos seres diferenciados del Padre pero no separados, lo que significa que en esencia somos uno con El. Nuestro Padre no se dividió, esto es imposible!, sino que por extensión nos dió vida e inicialmente vivimos siendo uno con El, en un estado total de paz, abundancia y amor dentro de una dimensión espiritual de perfección, donde no existían ni tiempo ni espacio.
Después utilizamos nuestro poder creador y libre albedrío para experimentarnos separados de El (lo cuales es imposible espiritualmente hablando; es decir en nuestra verdadera esencia), pero mentalmente lo hemos hecho, a través del ego, que nos hace creer y crear todo aquello que nos separa de Dios, de tal manera que nos fuimos olvidando que somos uno, distanciándonos de la verdad y cayendo en errores cada vez mayores, mediante una percepción que es guiada totalmente por la dualidad en un mundo regido por falsas creencias.
Por ser Todo Amor, Ha tratado que voluntariamente despertemos de este sueño de separación y de todas las percepciones falsas de dualidad, carencia, enfermedad, dolor, muerte, etc. Nos mandó a Jesús, que, como un hermano mayor, nos mostró el camino del amor, de la obediencia, de ser Uno con El Padre y de aceptar Su voluntad como la propia; como el único camino para regresar a la unicidad y como El dijo de Sí mismo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida, el que cree en mí no morirá...” (Juan 11:25-26).
Con su resurrección, nos enseñó el sendero, pero como en aquel tiempo, hace ya más de 2000 años, seguimos sin comprender su ejemplo y seguimos dejándonos guiar por el ego y no por el amor.
Nuestro Padre, que solamente Ama, nos ha mandado también al Espíritu Santo, en todos los tiempos, pero principalmente en éste nuevo tiempo, en esta nueva era, con el propósito de que despertemos a la verdad y nos identifiquemos con nuestra verdadera esencia divina, reconociéndonos con humildad y amor como hijos de Dios y herederos de sus dones.
Pero ser uno con Dios no es posible, si no eliminamos el ego que nos alimenta las falsas proyecciones y nos aleja de la Unidad a través del error y el auto engaño.
Cómo nos enseña UCDM (Un Curso De Milagros) Dios es y se manifestó en Su creación con sus atributos: La Totalidad y Perfección. Lo demás existe, no es más que lo que hemos proyectado con nuestro libre albedrío y capacidad de creación; pero para Dios esto no es más que algo inexistente. NO puede existir algo que El no creo. Luego entonces, lo que sucede puede ser ejemplificado como cuando un padre ve jugar a su hijo, el cual esta tan ensimismado en su juego que cree verdadero todo lo que esta imaginando y reacciona con todas las emociones que le desencadena su mente, pero el padre que lo observa sabe que es solo su imaginación y que en cualquier momento, volverá a la realidad; así con nosotros Dios sabe cuál es nuestra verdadera esencia ya que es Su misma esencia, somos gotas de mar, y contenemos la misma sustancia que El Gran Océano contiene.
El ego es lo opuesto al amor y Dios es Amor absoluto, de manera que para lograr la Unidad, desechemos el ego, mediante el amor, el perdón, vivamos sin juzgar y veamos en cada uno, el rostro de Dios y el nuestro.
“IN LAK’ECH”. “HALA KEN”! (Yo soy otro Tú). (Tú eres otro yo)!.
[email protected] Psicoterapeuta Grafóloga |