Por Verónica Aceves Peredo
“La felicidad es cuando lo que piensas, dices y haces están en armonía”
Mahatma Gandhi.
La pregunta inicial es: ¿para qué se acude a una terapia?
Muy probablemente la respuesta más frecuente sería para resolver un problema, y es así. Pensamos que lo que nos afecta puede deberse a cuestiones de relaciones interpersonales, de pareja, familia, trabajo, o problemas que son resultado de enfermedades, perdidas de todo tipo, insatisfacciones personales, traumas, etc.
Sea cualquiera el motivo que nos lleve a hacer una terapia, el consultante siempre buscará encontrar paz, consuelo, comprensión, solución, entendimiento, autoconocimiento, etc. Pero todo ello termina resumido en la búsqueda de la felicidad.
La felicidad como se deduce de la frase de Gandhi, es finalmente el don más preciado, ya que si somos felices es que estamos integrados a nuestra esencia, y al estarlo no enfermamos; si somos felices amamos desde el corazón y no desde el ego, si somos felices trasmitimos e irradiamos esa felicidad a nuestro entorno y a partir de ahí, todo es posible alcanzar.
Sin embargo, como señala tan bien Gandhi, para ser feliz se requiere armonía, y esto significa tener congruencia entre nuestros pensamientos, emociones, acciones. La mente, cuerpo y corazón estarían fluyendo en un mismo sentido, en un “único” sentido.
Una terapia espiritual, por tanto es una terapia holística, es una terapia en donde se busca integrar al ser, llevando al paciente por un camino de congruencia, de toma de consciencia de que lo que nos afecta, es finalmente que no logramos pensar, sentir y actuar coherentemente, porque estamos disasociados de nuestro sentir y pensar y nos conducimos en consecuencia. Por tanto nos llegamos a sentir separados, solos y abandonados a nuestra propia suerte.
Esta situación nos “enferma” primero en nuestras emociones, en lo más íntimo de nuestro ser, y en nuestro inconsciente, y aunque aparentemente la situación en cuestión “haya cambiado”, “se solucione” o ”mejore”, el daño en la mayoría de los casos, continúa en lo profundo y sigue afectando, hasta que se llega a un punto en que se nos manifiesta con un síntoma físico, mental o espiritual.
Al que debemos prestar atención, ya que es una forma de comunicarnos con nosotros mismos.
Actualmente, existe una gran variedad de alternativas de tratamiento holístico, en todas partes se ofrecen soluciones y tratamientos para “sanar”, muchos de ellos bien fundamentados y legítimos; otros no tanto, pero lo importante es saber que al fin de cuentas el que se sana y soluciona el problema es uno mismo, nadie más! Y que la terapia es únicamente la herramienta que nos puede ayudar a encontrar el camino hacia la coherencia para entrar en un estado de consciencia que nos permita armonizarnos.
Lo que sí es importante recalcar es que el aspecto espiritual y su manejo dentro de una terapia, son fundamentales, ya que no solo tenemos un espíritu, sino que “el hombre es un espíritu que habita en un cuerpo….”
Por Espiritualidad o Terapia Espiritual, no me refiero a ninguna creencia, práctica o tendencia religiosa, simplemente hago referencia a la parte inmaterial que procede de La Fuente, de la Energía Universal, del Creador, de Dios o como deseemos llamarlo.
El Espíritu es nuestra parte divina, inmortal y eterna; es la chispa que nos da vida, es la Presencia de Dios en nosotros, la luz, fuerza y emanación divina, que es eterna e inextinguible. Recordemos que: el hombre es un espíritu encarnado en un cuerpo, por lo tanto a nivel jerarquico es la parte fundamental, y como tal, hay que tratarlo y considerarlo.
Ese espíritu divino, muchas veces es ignorado o, si bien relegado a un poco relevante lugar, cuando es a través de él que todo puede cambiar, para armonizarse, adquirir coherencia y llevarnos a un estado de plena consciencia que nos proporcione paz y felicidad.
“Todos los caminos conducen a Roma”. Yo diría que hay muchos caminos (terapias) que nos pueden facilitar, conducir y acompañar al conocimiento de uno mismo, como un ser integrado en cuerpo, mente y espíritu y unificado a Su Esencia. Porque eres tú y sólo tú quien puede reintegrarte a tu verdadera naturaleza, desde donde podrás co-crear en amor y verdad. La solución está en ti.
“La felicidad es cuando lo que piensas, dices y haces están en armonía”
Mahatma Gandhi.
La pregunta inicial es: ¿para qué se acude a una terapia?
Muy probablemente la respuesta más frecuente sería para resolver un problema, y es así. Pensamos que lo que nos afecta puede deberse a cuestiones de relaciones interpersonales, de pareja, familia, trabajo, o problemas que son resultado de enfermedades, perdidas de todo tipo, insatisfacciones personales, traumas, etc.
Sea cualquiera el motivo que nos lleve a hacer una terapia, el consultante siempre buscará encontrar paz, consuelo, comprensión, solución, entendimiento, autoconocimiento, etc. Pero todo ello termina resumido en la búsqueda de la felicidad.
La felicidad como se deduce de la frase de Gandhi, es finalmente el don más preciado, ya que si somos felices es que estamos integrados a nuestra esencia, y al estarlo no enfermamos; si somos felices amamos desde el corazón y no desde el ego, si somos felices trasmitimos e irradiamos esa felicidad a nuestro entorno y a partir de ahí, todo es posible alcanzar.
Sin embargo, como señala tan bien Gandhi, para ser feliz se requiere armonía, y esto significa tener congruencia entre nuestros pensamientos, emociones, acciones. La mente, cuerpo y corazón estarían fluyendo en un mismo sentido, en un “único” sentido.
Una terapia espiritual, por tanto es una terapia holística, es una terapia en donde se busca integrar al ser, llevando al paciente por un camino de congruencia, de toma de consciencia de que lo que nos afecta, es finalmente que no logramos pensar, sentir y actuar coherentemente, porque estamos disasociados de nuestro sentir y pensar y nos conducimos en consecuencia. Por tanto nos llegamos a sentir separados, solos y abandonados a nuestra propia suerte.
Esta situación nos “enferma” primero en nuestras emociones, en lo más íntimo de nuestro ser, y en nuestro inconsciente, y aunque aparentemente la situación en cuestión “haya cambiado”, “se solucione” o ”mejore”, el daño en la mayoría de los casos, continúa en lo profundo y sigue afectando, hasta que se llega a un punto en que se nos manifiesta con un síntoma físico, mental o espiritual.
Al que debemos prestar atención, ya que es una forma de comunicarnos con nosotros mismos.
Actualmente, existe una gran variedad de alternativas de tratamiento holístico, en todas partes se ofrecen soluciones y tratamientos para “sanar”, muchos de ellos bien fundamentados y legítimos; otros no tanto, pero lo importante es saber que al fin de cuentas el que se sana y soluciona el problema es uno mismo, nadie más! Y que la terapia es únicamente la herramienta que nos puede ayudar a encontrar el camino hacia la coherencia para entrar en un estado de consciencia que nos permita armonizarnos.
Lo que sí es importante recalcar es que el aspecto espiritual y su manejo dentro de una terapia, son fundamentales, ya que no solo tenemos un espíritu, sino que “el hombre es un espíritu que habita en un cuerpo….”
Por Espiritualidad o Terapia Espiritual, no me refiero a ninguna creencia, práctica o tendencia religiosa, simplemente hago referencia a la parte inmaterial que procede de La Fuente, de la Energía Universal, del Creador, de Dios o como deseemos llamarlo.
El Espíritu es nuestra parte divina, inmortal y eterna; es la chispa que nos da vida, es la Presencia de Dios en nosotros, la luz, fuerza y emanación divina, que es eterna e inextinguible. Recordemos que: el hombre es un espíritu encarnado en un cuerpo, por lo tanto a nivel jerarquico es la parte fundamental, y como tal, hay que tratarlo y considerarlo.
Ese espíritu divino, muchas veces es ignorado o, si bien relegado a un poco relevante lugar, cuando es a través de él que todo puede cambiar, para armonizarse, adquirir coherencia y llevarnos a un estado de plena consciencia que nos proporcione paz y felicidad.
“Todos los caminos conducen a Roma”. Yo diría que hay muchos caminos (terapias) que nos pueden facilitar, conducir y acompañar al conocimiento de uno mismo, como un ser integrado en cuerpo, mente y espíritu y unificado a Su Esencia. Porque eres tú y sólo tú quien puede reintegrarte a tu verdadera naturaleza, desde donde podrás co-crear en amor y verdad. La solución está en ti.
Psicoterapeuta Verónica Aceves Peredo. |