Desde que nacemos hasta que regresamos a casa, nuestra vida está llena de decisiones, algunas tomadas con conciencia, otras sin ella, unas involuntarias, otras bien pensadas y actuadas y otras más realizadas solo por instinto de conservación.
Todas por más simples que sean, de alguna forma marcan nuestra vida.
Cuando decidimos, siempre hay una consecuencia, de ahí una de las siete leyes universales; “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa”.
Cada decisión es el resultado de un proceso en el cual discernimos, ya sea intuitivamente o razonadamente, en que el intento es resolver situaciones de vida en los diferentes campos donde actuamos, ya sea familia, laboral, profesional, personal, sentimental o espiritual.
La acción de elegir una opción de una gama de diferentes alternativas disponibles, a los resultados para resolver una situación actual o futura, le llamamos simplemente toma de decisiones.
Usamos para la toma de decisiones el razonamiento, pensamiento o intuición, desde luego que el primer paso es el identificar la situación que nos lleva a buscar la solución y toda decisión tomada y actuada debe de ser para beneficio nuestro y o el común.
Por cada decisión tomada, se da por hecho que asumimos la responsabilidad de nuestras acciones.
La fortaleza mental o la madurez emocional tienen un papel definitorio en cada una de nuestras acciones conscientes e inconscientes, es decir debemos estar preparados para las consecuencias de cada acto que ejecutamos. Desde esta perspectiva, en nuestra vida, energéticamente, no hay decisiones buenas o malas, solo decisiones. Lo que no lleva a tener en una consideración más alta el asumir la responsabilidad de nuestros actos.
Cuando ejecutamos una acción, intuitiva o razonada, siempre esperamos que esta acción nos lleve a un resultado esperada, si así es, nos da alegría y satisfacción el haberla tomada y si no obtenemos el resultado deseado, nos puede generar un conflicto interno, independientemente de las consecuencias materiales.
Todas nuestras decisiones por pequeñas que sean repercuten en nosotros y en los que nos rodean, así que si somos honestos, ninguna de nuestras acciones va encaminada a dañar a alguien o algo, más sin embargo es posible de si lastimen a alguien, lo de hecho nos obliga a asumir la responsabilidad de nuestras acciones y así mismo, siempre tendremos, mientras tengamos vida material, la oportunidad de volver a tomar decisiones, de recomponer el camino y buscar reparar el daño que involuntariamente hicimos a alguien o a nosotros mismos.
De todo esto, lo mejor es que antes que cualquier toma de decisiones, podamos estar en paz y equilibrio con nuestro ser de luz y así tomar las mejores acciones posibles, actuadas con el debido respeto, pero sobre todo con la firmeza y seguridad de que estamos actuando desde nuestro ser de luz.
Realizar una plegaria o elevación frente a una vela blanca, llamando a nuestro ser interior nos puede ayudar a tomar la mejor decisión posible, sobre todo si esta va a tener repercusiones en los demás.
Que la Luz de Universo siempre nos ilumine y guíe para que podamos ejecutar con amor todas nuestras decisiones.
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