Por Arturo Maldonado
Los días previos a las fiestas de Navidad, las reuniones con todos nuestro seres queridos, familia y amigos, hacen que la mayoría de nosotros estemos sensibles a lo que acontece a nuestro alrededor, ya sea por la añoranza de los nuestros que ya retornaron a casa (La fuente Divina) o por la distancia física de los que están lejos de nosotros.
Esta sensibilidad nos permite sentirnos más cercanos a la Divinidad, no por algo es que en esta época del año es cuando mayor número de deseos de parabienes y bienestar expresamos y los tomamos como propósitos de conducta o acción para los siguientes meses.
Somos más conscientes de nuestra parte espiritual, por lo que hace que cualquier pensamiento o intención generada ya sea de forma particular o general repercuta en nosotros mismos y en todo lo que nos rodea.
Por eso, debemos tener más atención de cómo nos conducimos, lo que pensamos o lo que sentimos.
La Navidad es la época en que recogemos cosecha o hacemos recuento de gran parte de nuestra “Siembra Espiritual”, que no es más que todas las buenas intenciones y acciones que nos marcamos como objetivos y tareas a ejecutar.
Es cuando la sensibilidad por mas escondida y reprimida esté aflora, a veces derramándose por completo y otras veces luchando con nuestro ego para salir.
Es cuando más solidarios y compasivos nos sentimos.
Por supuesto que esto no debe de ser solo en esta época del año, sino todo el tiempo, la susceptibilidad está más presente, pero como estamos en época de Navidad nos lo permitimos y eso hace la gran diferencia.
Sentimos que estamos en Gracia Divina, que la Luz Cósmica y Universal alimenta de forma inusual nuestra trinidad sagrada, Alma, Espíritu y Cuerpo e intensifica nuestra necesidad de orar, de invocar al Poder Creador.
Por eso, nos sentimos con una necesidad más amplia de lo normal a estar acompañados y a dar. Y en nuestro interior el inconsciente nos hace también esperar recibir.
¿Pero que podemos dar?
Lo mejor de nosotros, una oración, una bendición, un deseo de bienestar y como sale desde nuestro sensible Ser de Luz, estas acciones elevan nuestro nivel de conciencia y energético positivo y tienen más poder y efectividad.
No es necesario dar un objeto material, con una sonrisa o un abrazo basta y si va acompañado de la Luz de nuestro corazón tendrán un poder y magia impresionante, esta es la acción más grande que ejerce la época de Navidad sobre nosotros.
Aprovechemos la oportunidad de limpiar nuestro interior, dejando de lado rencores, malos entendidos y todo aquello negativo que se va acumulando en nuestro interior y que nos pesa sin darnos cuenta y que solo nos va estorbando y dificulta nuestra marcha y el fluir y evolución como Seres de Luz.
Demos más a nosotros mismos y a nuestro alrededor, compartamos nuestra Luz, debemos permitirnos ser más positivos y optimistas, siempre con esperanza e ilusión de que todo va a estar mejor, sin restar la realidad material y social que prevalece a nuestro alrededor, pero por esa misma realidad luchemos aportando nuestro granito de arena por cambiarla y hacerla mejor con nuestras armas y herramientas de Luz, para que así durante todos los días restantes de nuestra vida permanezca el verdadero espíritu de la Navidad en todos.
Desde mi ser de Luz, va para todos un gran abrazo fraterno, de corazón a corazón con los deseos de que la Navidad siempre este dentro de todos y marque nuestro sendero a seguir.
Arturo Maldonado M.
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