"En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces".
Gabriel García Márquez
La primera referencia que tenemos del género son nuestros padres.
Hasta cierta edad, creemos que en todos los sentidos, todos somos iguales, pero pronto descubrimos que no es así. Al empezar a crecer e ir adquiriendo conciencia del mundo, nos damos cuenta de las diferencias.
Desde pequeños (hablo de mi generación) había un trato diferente entre niños y niñas. Desde el sentarnos aparte en la escuela, hasta las actividades que nos hacían realizar. Esto nos creó como hombres la imagen de una mujer débil, dependiente y hasta hacernos creer a veces, que eran tontas. Y pensar que estas ideas eran inculcadas y reforzadas por nuestras propias profesoras de escuela, desde el jardín de niños hasta la secundaria. Afortunadamente para mí, mi madre, me quitó todas esas ideas y me enseñó a que aunque diferentes, niñas y niños somos iguales.
Ahora a más de cincuenta años de distancia, veo con claridad y conciencia la gran verdad que me inculco mi madre, TODOS SOMOS IGUALES, no importa el género.
La mujer actual, por derecho de conciencia, tiene todos los espacios y oportunidades de desarrollo al igual que los hombres, aunque aún existen resistencias a esta realidad, pero algo indiscutible es que la mujer ha tomado el poder y el lugar que le corresponde en la sociedad actual, en cualquier actividad que desarrollemos, y si bien es cierto que en algunas sociedades la mujer sigue siendo tratada como inferior, el movimiento constante y evolución llegará a hacer que algún día sean tratadas como iguales.
Como equilibrio de energías, hay una asociación permanente entre todos los sujetos de esta sociedad, donde todos (normalmente) sumamos esfuerzos para poder tener un mundo mejor donde vivir.
Los tiempos en que la mujer estaba destinada a papeles secundarios han terminado. Ahora la competencia entre géneros es de igual a igual, aunque insisto, aún hay resistencias.
La sensibilidad que solo se veía bien en las mujeres, ahora también es aceptado que se exprese en los hombres, la fuerza física que solo era bien vista entre los hombres, ahora es aceptada que la tenga una mujer, y así podemos tener muchos ejemplos. Es decir, sin mayor problema, ahora los hombres aceptamos la parte femenina que hay en nosotros y las mujeres la parte masculina que existe en ellas.
La mujer, siempre ha sido el eje de la pareja, de la familia y por ende de la sociedad, es la piedra fundamental, un hogar puede estar completo sin figura masculina, pero no sin figura femenina.
Desde los orígenes de la humanidad, se les ha dado a las mujeres los roles más importantes; la crianza de los hijos, la educación, la nutrición, etc., todos ellos dentro del hogar, pero hay roles no tan abiertos (que siempre han tenido), como son los que implican el espíritu (chamanismo), la sanación primaria a través de las prácticas ancestrales y que se dan de generación en generación (los remedios de la abuela), la adivinación por cualquier medio que sea y así hay otros más. La mujer actual ha tomado abiertamente también estos retos, además de aceptar su papel de dadora de vida, es un ser fuerte, pleno, que día a día lucha por ganarse el respeto de una sociedad dinámica, pero sobre todo han aprendido a respetarse a sí mismas, tanto material como espiritualmente y como parte del equilibrio Universal, no deben desechar ni olvidar, por más fuertes que sean al otro extremo de la cuerda.
Yo, como hombre doy gracias al Universo que hoy, en el aquí y en él ahora me permite aprender, convivir y trabajar de igual a igual, con respeto, sin ventajas y con honestidad con las mujeres de mi vida (madre, hermanas, hija, sobrinas, amigas, compañeras de ruta y de aprendizaje, maestras).
Con mucho cariño y respeto les dedico este vídeo: