Por: Verónica Aceves Peredo.
(Jesús)…”señalando con la mano a sus discípulos, agregó: Estos son mi madre y mis hermanos, pues añadió: Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre…”
La familia desde el punto de vista espiritual, ocupa un lugar central en esa dimensión y en el plano de la divinidad.
En la familia puede reflejarse la imagen completa de Dios.
¿Qué quiero decir con esto?
Es dentro de la familia en donde se da la oportunidad de realizar y probar que todos somos parte de la divinidad.
Dios, nos hizo a su imagen y semejanza y nos da a cada momento la oportunidad para encontrar nuestro verdadero camino, el camino del alma que es el camino de la felicidad, del gozo, de la paz, la luz y la verdad.
Hasta ahorita el mundo es percibido como un mundo afectado, doloroso, decadente y esto es producto de una tendencia a que prevalezcan intereses individuales, separatistas y egoístas.
El hombre necesita expandirse en una consciencia universal, necesita comprometerse espiritualmente y ponerse en acción hacia una consciencia inclusiva y universal de todo lo creado. La mejor forma de iniciar y practicar es a través de la familia, porque en ella se enlazan todas las condiciones de vida necesarias para que el amor universal se manifieste, en un amor viviente.
La familia, puede ser vista como principal promotora y como el espacio por excelencia para fomentar una espiritualidad que sea la llave que nos abra la puerta hacia el rencuentro con nuestra divinidad.
La espiritualidad permite ir más allá de los sentidos, donde la ciencia no ha descubierto aún todos los misterios que permanecen ocultos y que solamente con la visión interior del espíritu se pueden penetrar.
Una familia integrada y dispuesta a encontrar el verdadero sentido de la vida, es aquella que posee un sentimiento de unicidad universal, que va más allá que los propios intereses individuales; qué no considera lo divino en términos de sí mismo, sino en términos del Dios de todos.
Una familia basada en la espiritualidad establece en forma firme y segura las bases para la unidad de toda la humanidad, comenzando con la unidad de la familia nuclear, continuando con la familia de origen, la extendida y terminando con la familia humana que incluye toda diversidad.
La familia en su rol espiritual no es mera portadora de fe en Un Ser Supremo, sino el reconocimiento y aceptación de ese ser supremo en uno mismo y en todos los demás.
La “verdad”, en su aspecto interno y espiritual puede ser comunicada a través de la familia, en su vivencia cotidiana en la aceptación, respeto, veracidad, unicidad y amor incondicional.
La espiritualidad manifestada en acciones dentro de la familia, nos hace crecer desde adentro, escuchando la voz de nuestras almas que conocen la verdad y el camino que nos conduce al verdadero hogar.
No se necesita esperar condiciones favorables para que la familia sea esta fuente de oportunidades para el crecimiento espiritual, se necesita empezar ya con este cambio de actitud y visión de unidad, respeto, aceptación incondicional y compromiso profundo en beneficio de todos los que formamos parte de esta humanidad y de esta unicidad con todo lo creado.
“Su plan inmutable siempre ha sido adoptarnos en su propia familia, trayéndonos a él, mediante El Amor…”
Psicoterapeuta–grafóloga
Verónica Aceves Peredo
[email protected]
(Jesús)…”señalando con la mano a sus discípulos, agregó: Estos son mi madre y mis hermanos, pues añadió: Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre…”
La familia desde el punto de vista espiritual, ocupa un lugar central en esa dimensión y en el plano de la divinidad.
En la familia puede reflejarse la imagen completa de Dios.
¿Qué quiero decir con esto?
Es dentro de la familia en donde se da la oportunidad de realizar y probar que todos somos parte de la divinidad.
Dios, nos hizo a su imagen y semejanza y nos da a cada momento la oportunidad para encontrar nuestro verdadero camino, el camino del alma que es el camino de la felicidad, del gozo, de la paz, la luz y la verdad.
Hasta ahorita el mundo es percibido como un mundo afectado, doloroso, decadente y esto es producto de una tendencia a que prevalezcan intereses individuales, separatistas y egoístas.
El hombre necesita expandirse en una consciencia universal, necesita comprometerse espiritualmente y ponerse en acción hacia una consciencia inclusiva y universal de todo lo creado. La mejor forma de iniciar y practicar es a través de la familia, porque en ella se enlazan todas las condiciones de vida necesarias para que el amor universal se manifieste, en un amor viviente.
La familia, puede ser vista como principal promotora y como el espacio por excelencia para fomentar una espiritualidad que sea la llave que nos abra la puerta hacia el rencuentro con nuestra divinidad.
La espiritualidad permite ir más allá de los sentidos, donde la ciencia no ha descubierto aún todos los misterios que permanecen ocultos y que solamente con la visión interior del espíritu se pueden penetrar.
Una familia integrada y dispuesta a encontrar el verdadero sentido de la vida, es aquella que posee un sentimiento de unicidad universal, que va más allá que los propios intereses individuales; qué no considera lo divino en términos de sí mismo, sino en términos del Dios de todos.
Una familia basada en la espiritualidad establece en forma firme y segura las bases para la unidad de toda la humanidad, comenzando con la unidad de la familia nuclear, continuando con la familia de origen, la extendida y terminando con la familia humana que incluye toda diversidad.
La familia en su rol espiritual no es mera portadora de fe en Un Ser Supremo, sino el reconocimiento y aceptación de ese ser supremo en uno mismo y en todos los demás.
La “verdad”, en su aspecto interno y espiritual puede ser comunicada a través de la familia, en su vivencia cotidiana en la aceptación, respeto, veracidad, unicidad y amor incondicional.
La espiritualidad manifestada en acciones dentro de la familia, nos hace crecer desde adentro, escuchando la voz de nuestras almas que conocen la verdad y el camino que nos conduce al verdadero hogar.
No se necesita esperar condiciones favorables para que la familia sea esta fuente de oportunidades para el crecimiento espiritual, se necesita empezar ya con este cambio de actitud y visión de unidad, respeto, aceptación incondicional y compromiso profundo en beneficio de todos los que formamos parte de esta humanidad y de esta unicidad con todo lo creado.
“Su plan inmutable siempre ha sido adoptarnos en su propia familia, trayéndonos a él, mediante El Amor…”
Psicoterapeuta–grafóloga
Verónica Aceves Peredo
[email protected]