Cuando te abres a la bendición, empiezas a vislumbrar devoción dentro de ti,
amor dentro de ti… Amor a Dios que no es abstracto, sino es acción.
Esa devoción, esa acción, ese dar a través del cual fluyes,
co-creando el cielo en la tierra, siendo instrumento del Creador.
Dr. Carlos Warte
(Doctor en Medicina, activista y escritor, creador de Seminarios de Auto Recuperación.
Fundador de La Fundación Mundial de la Salud para el Desarrollo y la Paz)
Casi todos tenemos la costumbre de decirnos: “Dios te bendiga” o simplemente “Bendiciones”.
Lo hacemos casi instintivamente sin tener conciencia de la profundidad de lo que estamos haciendo.
El significado primario de la acción de bendecir es el elogiar, engrandecer o ensalzar a alguien o a algo.
La acción que realizamos es la de transferir el poder o favor de Dios y del Universo de nuestro interior al exterior, damos en la bendición los mejores deseos, emociones y sentimientos que podemos albergar dentro de nosotros, damos con ella la intención de desear prosperidad, protección, luz, etc. a quien o a que bendecimos.
Hacemos de lo que creemos que es una acción divina algo cotidiano.
Creemos que no todos tenemos la autoridad o poder para bendecir, más sin embargo todos hemos maldecido alguna vez en nuestra vida. Bendecir es como bien decir, y como todo en este mundo dual, existe lo apuesto que es el maldecir que es el en mal decir o hablar mal de alguien o desearle el mal a alguien o algo.
Es importante como siempre, tener consciente del poder de nuestras palabras que salen de forma espontánea, en momentos de enojo o frustración ya que no podemos regresarlas después de expresarlas.
El bendecir es la acción de sentir, pensar, hablar y ejecutar en positivo.
Cuando bendecimos de corazón, estamos esperando que el poder de Dios o del Universo engrandezca a quien o a que lo estamos haciendo. Si es a alguien estamos expresando el valor que le damos a esa persona y si es a algo o a una situación, queremos que sea lo mejor.
El accionar bendiciendo de forma consciente, siempre es beneficioso para nosotros mismos, rompemos cualquier pensamiento negativo o maldición existente, es tan positivo que hasta debemos bendecir a nuestras sombras, para así iluminarlas.
Debemos bendecir a todas las personas de nuestro alrededor y a todas las situaciones que nos rodean, sean positivas o negativas, ya que al hacerlo nos fortalecemos siempre sea cual fuere el resultado.
Tenemos que enfocar la energía de la acción de bendecir en lo que deseamos, no en lo que nos gustaría.
Bendice todo lo que deseas.
Eso es lo hermoso de bendecir.
Nos lleva de una emoción de inconformidad, crítica y negatividad donde juzgamos y condenamos a un momento de bienestar, para estar en el aquí y ahora y nos permita mover nuestra vibración espiritual a un nivel más alto, tratando de que sea el del amor incondicional.
Bendecir es muy fácil y no nos cuesta nada, solo basta con tener la intención de enviar todo el amor y desear desde nuestro interior el bien a la persona o situación que estamos viviendo.
Si deseamos bendecir a alguien o a algo, con los ojos cerrados, imaginamos a esta persona parada en frente de nosotros, en el centro de un espacio difícil o negativo, lo mismo enfocamos a la situación. El espacio difícil o negativo representa todos los pensamientos, sentimientos o juicios que ésta persona tiene sobre su propia vida o sobre nosotros, así mismo la situación que nos conflictua o nos llena de inseguridad o temor.
Ahora imaginemos una luz brillante que llena y ocupa todo el espacio en el que se encuentra la persona a la que vamos a bendecir, a la situación que nos ocupa. Y mientras esta luz brilla, veremos que lo negativo se disuelve, dejando un espacio ordenado, limpio, brillante, abierto y lleno de Luz y amor a su alrededor y disipando toda las situaciones que nos alteran el equilibrio.
Siempre, el bendecir nos traerá Luz, sea lo que fuere lo bendecido.
La acción es dar salida a todo lo bello que sentimos y agradecer el estar en el aquí y en el ahora.
Y recordar que tan solo con expresar los buenos deseos para alguien o algo es ya bendecir.
Arturo Maldonado