Por: Verónica Aceves P.
“Esforcémonos por perdonar enseguida en vez de dejar que se intensifique la ira”.
(Efesios 4:26,27)
El perdón, tema basto, socorrido y complicado!
Existe una especial insistencia en todas las corrientes espirituales y filosóficas, sobre la importancia de perdonar y se han creado, sugerido y explorado todo tipo de recursos para lograr este objetivo; el tema puede ser tratado desde tantas perspectivas, que quizás llevaría un largo tiempo dar una pincelada sobre el mismo. Por ello me quisiera enfocar básicamente en dos aspectos; el primero: la importancia de que actuemos de inmediato, cuando nos sentimos ofendidos, como un primer punto focal.
Por otra parte, si buscamos el significado de perdón, nos encontramos por ejemplo en Wikipedia que dice: que”El perdón es la acción por la que una persona, perdona una acción cometida y el que perdona estima haber sufrido una ofensa.
Esto solamente es la primera línea de lo que dice acerca del acto de perdonar. Pero es importante hacer énfasis en las últimas ocho palabras:
El que perdona estima haber sufrido una ofensa. Esto implica que se está haciendo una valoración (estima) o sea un juicio sobre algo, que se considera ofensivo. Este es un segundo punto que quiero resaltar.
Volviendo al inicio del artículo, el tiempo transcurrido entre “la Ofensa” y “El perdón” son definitivamente muy importantes, porque a medida que transcurre el tiempo, el ego, nuestro famoso y siempre dispuesto ego, se encarga de “echar más fuego a la hoguera”.
Recordemos cualquier acontecimiento en que nos hemos sentido agraviados, a cada momento que pasa, nuestros pensamientos se intensifican y “obsesionan” aparentemente con lo ocurrido; solemos repasar una y otra vez el evento y entre más lo recordamos, más se enciende el fuego en nuestras emociones hasta que estallan en ira, rencor o indignación, por mencionar solamente algunas emociones de las muchas que se presentan.
Aquí es donde entra el segundo aspecto que quiero analizar. Si vemos que el acto de perdonar está basado en una confrontación con valores que pueden ser muy personales, culturales, locales, inculcados, etc. que el individuo en particular considera le han sido afectados, este es el punto en que el ego se fortalece para intensificar el asunto y el grado de afectación.
En la Biblia, la palabra griega que se traduce con el significado de perdonar, significa literalmente “dejar pasar”. Y en latín es la acción completa y total de regalar.
El perdonar es mencionado en una forma importantísima en el Padre Nuestro donde se nos pide perdonar las ofensas como nosotros hemos sido perdonados. Lo cual implica no tomar en cuenta el mal recibido.
En varios pasajes bíblicos se nos habla del perdón, ya sea como una especie de cancelación de una deuda, como un acto de misericordia, ya que todos cometemos faltas y necesitamos indulgencia y también como un acto de amor, ya que el amor “no lleva cuenta del daño”.
Un Curso de Milagros, nos dice que para perdonar hay que pedir al espíritu Santo, expiación, traducido como des-hacer el error. También nos pide no hacer juicios. Y nos revela que lo que nosotros creemos ver como una ofensa es una proyección que hacemos producto de nuestro ego, que quiere que creamos que las ofensas, nos afectan y así logra provocar rencores, ira y todo tipo de sentimientos opuestos al amor y la unicidad que es nuestra verdadera esencia como hijos de Dios.
Y aunque existen métodos para trabajar el perdón como el Hoo pono pono, psicoterapia, Theta Healing, cursos de perdón, meditaciones, oraciones, etc. Lo importante es que comencemos por revisar nuestro interior, darnos cuenta de que “no podemos tirar la primera piedra”… porque somos nosotros mismos los que nos ofendemos al hacer juicios constantemente, para convencernos después que otro hace cosas que nos pueden agraviar, cuando somos nosotros mismos los que damos cabida a esa posibilidad proyectándonos en los demás.
Por ello te sugiero, si te has sentido ofendido, tómate unos segundos y reflexiona:
¿Sigo sintiéndome igualmente ofendido?
Luego. Entonces:
Verónica Aceves P.
“Esforcémonos por perdonar enseguida en vez de dejar que se intensifique la ira”.
(Efesios 4:26,27)
El perdón, tema basto, socorrido y complicado!
Existe una especial insistencia en todas las corrientes espirituales y filosóficas, sobre la importancia de perdonar y se han creado, sugerido y explorado todo tipo de recursos para lograr este objetivo; el tema puede ser tratado desde tantas perspectivas, que quizás llevaría un largo tiempo dar una pincelada sobre el mismo. Por ello me quisiera enfocar básicamente en dos aspectos; el primero: la importancia de que actuemos de inmediato, cuando nos sentimos ofendidos, como un primer punto focal.
Por otra parte, si buscamos el significado de perdón, nos encontramos por ejemplo en Wikipedia que dice: que”El perdón es la acción por la que una persona, perdona una acción cometida y el que perdona estima haber sufrido una ofensa.
Esto solamente es la primera línea de lo que dice acerca del acto de perdonar. Pero es importante hacer énfasis en las últimas ocho palabras:
El que perdona estima haber sufrido una ofensa. Esto implica que se está haciendo una valoración (estima) o sea un juicio sobre algo, que se considera ofensivo. Este es un segundo punto que quiero resaltar.
Volviendo al inicio del artículo, el tiempo transcurrido entre “la Ofensa” y “El perdón” son definitivamente muy importantes, porque a medida que transcurre el tiempo, el ego, nuestro famoso y siempre dispuesto ego, se encarga de “echar más fuego a la hoguera”.
Recordemos cualquier acontecimiento en que nos hemos sentido agraviados, a cada momento que pasa, nuestros pensamientos se intensifican y “obsesionan” aparentemente con lo ocurrido; solemos repasar una y otra vez el evento y entre más lo recordamos, más se enciende el fuego en nuestras emociones hasta que estallan en ira, rencor o indignación, por mencionar solamente algunas emociones de las muchas que se presentan.
Aquí es donde entra el segundo aspecto que quiero analizar. Si vemos que el acto de perdonar está basado en una confrontación con valores que pueden ser muy personales, culturales, locales, inculcados, etc. que el individuo en particular considera le han sido afectados, este es el punto en que el ego se fortalece para intensificar el asunto y el grado de afectación.
En la Biblia, la palabra griega que se traduce con el significado de perdonar, significa literalmente “dejar pasar”. Y en latín es la acción completa y total de regalar.
El perdonar es mencionado en una forma importantísima en el Padre Nuestro donde se nos pide perdonar las ofensas como nosotros hemos sido perdonados. Lo cual implica no tomar en cuenta el mal recibido.
En varios pasajes bíblicos se nos habla del perdón, ya sea como una especie de cancelación de una deuda, como un acto de misericordia, ya que todos cometemos faltas y necesitamos indulgencia y también como un acto de amor, ya que el amor “no lleva cuenta del daño”.
Un Curso de Milagros, nos dice que para perdonar hay que pedir al espíritu Santo, expiación, traducido como des-hacer el error. También nos pide no hacer juicios. Y nos revela que lo que nosotros creemos ver como una ofensa es una proyección que hacemos producto de nuestro ego, que quiere que creamos que las ofensas, nos afectan y así logra provocar rencores, ira y todo tipo de sentimientos opuestos al amor y la unicidad que es nuestra verdadera esencia como hijos de Dios.
Y aunque existen métodos para trabajar el perdón como el Hoo pono pono, psicoterapia, Theta Healing, cursos de perdón, meditaciones, oraciones, etc. Lo importante es que comencemos por revisar nuestro interior, darnos cuenta de que “no podemos tirar la primera piedra”… porque somos nosotros mismos los que nos ofendemos al hacer juicios constantemente, para convencernos después que otro hace cosas que nos pueden agraviar, cuando somos nosotros mismos los que damos cabida a esa posibilidad proyectándonos en los demás.
Por ello te sugiero, si te has sentido ofendido, tómate unos segundos y reflexiona:
- Si dejo a un lado los juicios…
- Si dejo un lado mi ego…
- Si me vuelvo a mi interior,
- Si veo mi verdadera esencia…
- Si el ofensor lo veo como mi hermano…
- Si el ofensor es mi espejo…
¿Sigo sintiéndome igualmente ofendido?
Luego. Entonces:
- Actúa rápidamente!
- Pide expiación, al Espíritu Santo
- Deja pasar, (perdona)
- Ama y… perdónate!
Verónica Aceves P.