El equilibrio en las emociones, ¿congruencia, actitud o virtud?
Por: Verónica Aceves Peredo
Las emociones son el resultado de múltiples mecanismos y conexiones cerebrales. No obstante, mi intención es tratarlas desde diferente perspectiva.
Yo coincido con todos aquellos que hablan sobre las emociones más como estados mentales, que como la suma de un gran número de circunstancias disparadoras de estímulos en áreas cerebrales y en la química cerebral, que son manifestadas posteriormente en forma de reacciones emociones como: Ira, Miedo, Alegría, Tristeza, etc.
Esto se debe a que si ese fuera su único origen, todos reaccionaríamos ante una situación de igual manera y esto no sucede así, y tampoco es cuestión de “personalidad” como normalmente se cree. Hay algo más de lo que dependen.
Si hablamos de madurez, observamos que ésta da otra perspectiva de los “problemas” que enfrentamos. Generalmente en la adolescencia, las reacciones son más viscerales e impulsivas y esto influye en la forma en que las experimentamos y expresamos. En general, a medida que el ser humano adquiere mayor madurez, suele, no en todos los casos, aclaro!, responder en una forma más pensada y reflexionada, a nivel emocional.
Pero la verdadera diferencia en cuanto al manejo de nuestras emociones, no depende del grado de madurez, sino que para mi forma de ver, la manera de enfrentarlas y expresarlas con mayor eficiencia, se encuentra relacionada con un estado de mayor consciencia, y un trabajo interno que permita: gestionar, percibir y responder a eventos con diferente actitud o yo diría virtud.
La templanza, se define proveniente de la raíz latina temperantia y está relacionada con la sobriedad o moderación. Se dice que una persona con templanza reacciona de una manera equilibrada, porque ejerce un considerable control sobre sus emociones y es capaz de dominar sus impulsos.
Ya que nuestro enfoque es espiritual, es conveniente aclarar que para el cristianismo la templanza es una de las cuatro virtudes cardinales y de acuerdo a ella, la templanza refleja el dominio de la voluntad humana para poner límites. Aunque en general, los límites de que se hace alusión son los deseos, pero yendo más allá de ellos, la templanza es capaz de mantener bajo control los impulsos en general.
En otros ámbitos, como lo es la pintura, la templanza es considerada como la armonía y la buena disposición de los colores; es decir, que este concepto se le asocia también al equilibrio.
Para otros autores, la templanza es la capacidad de ser firmes ante las demandas de un ego que exige ser satisfecho continuamente.
En el tarot aparece la carta de la templanza, que es la 14 de los arcanos mayores, y se refiere al equilibrio que debe existir entre la mente inconsciente y la consciencia. Y se relaciona también con el arcángel San Rafael.
En la kabalah, La letra hebrea Nun, está relacionada con este arcano 14, y nos indica la capacidad de flexibilidad, la capacidad de adaptación y moderación en todos los órdenes. Representa el sendero del árbol de la vida, como un pie de balanza, que maneja las tensiones para evitar que se desplomen. Se asocia con algo que continuamente corrige el equilibrio, para avanzar sin caer al vacío.
Otra forma de ver la templanza, es desde la raíz latina ”templa” “. En donde Temple se aplica al proceso que sufren los metales y algunos cristales, para mejorar sus cualidades físicas en cuanto a fortaleza... Las espadas por ejemplo, son sometidas un gran número de veces a un fuego incandescente para sumergirlas después en agua o aceite helados; este proceso fortalece el metal. Así esta situación puede llevarse metafóricamente a nuestras vidas, en donde a base de pasar situaciones que ponen a prueba nuestro estado emocional, físico, mental y espiritual, puede llegarse a templar, hasta encontrar el justo equilibrio, con el fin de que seamos uno e indivisibles, en nuestro espíritu con El Espíritu que nos creó.
Sé que al leer, todos estos argumentos, podrás comentar: si suena bien, pero no es nada fácil y además también te puedes preguntar, y si es posible cómo lograrlo.
Me gustaría contestarte, que aunque en apariencia no es nada fácil controlar, equilibrar, gestionar, templar o moderar tus emociones, tampoco es tan difícil como se piensa.
La vía más rápida para lograr el equilibrio y una saludable gestión de las emociones, son las siguientes principalmente:
Te recomiendo la lectura de:
[email protected]
Psicoterapeuta Grafóloga
Por: Verónica Aceves Peredo
Las emociones son el resultado de múltiples mecanismos y conexiones cerebrales. No obstante, mi intención es tratarlas desde diferente perspectiva.
Yo coincido con todos aquellos que hablan sobre las emociones más como estados mentales, que como la suma de un gran número de circunstancias disparadoras de estímulos en áreas cerebrales y en la química cerebral, que son manifestadas posteriormente en forma de reacciones emociones como: Ira, Miedo, Alegría, Tristeza, etc.
Esto se debe a que si ese fuera su único origen, todos reaccionaríamos ante una situación de igual manera y esto no sucede así, y tampoco es cuestión de “personalidad” como normalmente se cree. Hay algo más de lo que dependen.
Si hablamos de madurez, observamos que ésta da otra perspectiva de los “problemas” que enfrentamos. Generalmente en la adolescencia, las reacciones son más viscerales e impulsivas y esto influye en la forma en que las experimentamos y expresamos. En general, a medida que el ser humano adquiere mayor madurez, suele, no en todos los casos, aclaro!, responder en una forma más pensada y reflexionada, a nivel emocional.
Pero la verdadera diferencia en cuanto al manejo de nuestras emociones, no depende del grado de madurez, sino que para mi forma de ver, la manera de enfrentarlas y expresarlas con mayor eficiencia, se encuentra relacionada con un estado de mayor consciencia, y un trabajo interno que permita: gestionar, percibir y responder a eventos con diferente actitud o yo diría virtud.
La templanza, se define proveniente de la raíz latina temperantia y está relacionada con la sobriedad o moderación. Se dice que una persona con templanza reacciona de una manera equilibrada, porque ejerce un considerable control sobre sus emociones y es capaz de dominar sus impulsos.
Ya que nuestro enfoque es espiritual, es conveniente aclarar que para el cristianismo la templanza es una de las cuatro virtudes cardinales y de acuerdo a ella, la templanza refleja el dominio de la voluntad humana para poner límites. Aunque en general, los límites de que se hace alusión son los deseos, pero yendo más allá de ellos, la templanza es capaz de mantener bajo control los impulsos en general.
En otros ámbitos, como lo es la pintura, la templanza es considerada como la armonía y la buena disposición de los colores; es decir, que este concepto se le asocia también al equilibrio.
Para otros autores, la templanza es la capacidad de ser firmes ante las demandas de un ego que exige ser satisfecho continuamente.
En el tarot aparece la carta de la templanza, que es la 14 de los arcanos mayores, y se refiere al equilibrio que debe existir entre la mente inconsciente y la consciencia. Y se relaciona también con el arcángel San Rafael.
En la kabalah, La letra hebrea Nun, está relacionada con este arcano 14, y nos indica la capacidad de flexibilidad, la capacidad de adaptación y moderación en todos los órdenes. Representa el sendero del árbol de la vida, como un pie de balanza, que maneja las tensiones para evitar que se desplomen. Se asocia con algo que continuamente corrige el equilibrio, para avanzar sin caer al vacío.
Otra forma de ver la templanza, es desde la raíz latina ”templa” “. En donde Temple se aplica al proceso que sufren los metales y algunos cristales, para mejorar sus cualidades físicas en cuanto a fortaleza... Las espadas por ejemplo, son sometidas un gran número de veces a un fuego incandescente para sumergirlas después en agua o aceite helados; este proceso fortalece el metal. Así esta situación puede llevarse metafóricamente a nuestras vidas, en donde a base de pasar situaciones que ponen a prueba nuestro estado emocional, físico, mental y espiritual, puede llegarse a templar, hasta encontrar el justo equilibrio, con el fin de que seamos uno e indivisibles, en nuestro espíritu con El Espíritu que nos creó.
Sé que al leer, todos estos argumentos, podrás comentar: si suena bien, pero no es nada fácil y además también te puedes preguntar, y si es posible cómo lograrlo.
Me gustaría contestarte, que aunque en apariencia no es nada fácil controlar, equilibrar, gestionar, templar o moderar tus emociones, tampoco es tan difícil como se piensa.
La vía más rápida para lograr el equilibrio y una saludable gestión de las emociones, son las siguientes principalmente:
- Reconocer que las emociones existen y no deben negarse o reprimirse, sólo hay que saberlas reconocer y reinterpretar.
- Las emociones son los mensajes que el inconsciente nos envía para que sepamos que pasa en nuestro interior.
- Las emociones no son ni buenas, ni malas, son información.
- Si yo dejo de emitir juicios de valor sobre lo que siento y hago, o lo que sienten y hacen los demás, encontrarle el mensaje que mi inconsciente quiere expresar sin interferencias.
- La pregunta que debo hacerme sería entonces: ¿para qué estoy sintiendo esta emoción, que significa?
- Otro paso es el perdonar, en el sentido de que todo lo que llega a mi yo lo atraigo o lo he creado, a través de mis pensamientos o proyecciones. Es decir, yo soy responsable.
- También es importante recordar que lo que yo veo afuera, es lo que existe en mi interior y no deseo ver. (Mi espejo, Mi Sombra, Mi maestro).
- La congruencia entre lo que pienso, siento y hago, es indispensable para equilibrar las emociones.
- Recuerda que todos estamos interrelacionados.
- Sabe que todos somos una parte del Todo.
- Que nuestro reto es restablecer la unicidad con la Fuente.
Te recomiendo la lectura de:
- UCDM (Un Curso De Milagros) del Espíritu Santo.
- Dejar Ir: El Camino a la Liberación: autor David R. Hawkins
- Este no es el Evangelio que quise ofrecerte: autor Enric Corbera
- 4 palabras que curan: autora Viví Cervera
[email protected]
Psicoterapeuta Grafóloga